QUIERO VIVIR
Sentada en el banco de la impaciencia, esperando a poder subir el primer escalón del llanto liberador de la opresión, estoy.
Relajación, meditación, mente en gris que desea estar en blanco en esa terapia y día trás día y noche trás noche.
Aún me alimento de la fruta esperanzadora de la cena pero sigo llegando al desayuno fracasando cada mañana.
El cerebro va a piñón fijo por su lado y yo igual por el mío deseando encontrarnos.
Buscamos al sereno, como antigüamente se hacía, para que nos abra la puerta de nuestra casa al mismo tiempo y podamos entrar en la vida, porque la fuente se seca, porque deseo, aunque sea, unos momentos de paz interior antes de decir Adios.
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