BELLA

Ella era enormemente gorda, pesaba casi 200 Kg.
Ella era muy, muy vieja, tenía casi 100 años.
Había nacido irregular, imaginaos que por piernas tenía brazos. Llegó al mundo muy, muy pequeñita, apenas 50gr.
Sus padres la tenían conectada a una jeringa gigante que apenas cabía en su boquita pediátrica e introducían cada día toneladas de alimento que le costaba mucho digerir; cuando yo la miraba, sus grandes ojos me suplicaban auxilio.
Aprendí a no decirles nada porque ellos seguían en su afán y a ella menos aún, ya sufría bastante (un error que nunca me perdonaré).
Su cara expresaba agonía aunque en ocasiones se le iluminaba, no se porqué. No podía llorar a no ser cuando la crueldad de ciertas personas le tocaba el corazón que lo tenía agujereado, pero acabó por asumir esto también y el llanto desapareció totalmente; espero que pueda recuperarlo algún día.
A veces, a solas las dos le hablaba amablemente, quería conquistarla, atraerla a la realidad sin hacerle el viaje muy largo ni muy cansado pero, me conquistaba ella a mí, me conocía muy bien y en el pulso que echabamos me ganaba; pobre de mí que agotada de la tensión que surgía tenía que reposar unas horas
mientras hacía lo que le daba la gana.
¿Sabeis?, yo la amo a pesar de su desidia, de su desorden porque es buena, porque sabe amar, porque es bella y sabe abrazar, porque intenta proteger a todos con su manto de luz.
Ojalá Dios le de vida para cumplir sus deseos y para terminar indemne su misión.