Y EL TIEMPO PASA

En la noche serena y solitaria suena el teléfono casi sin hacer ruido porque era una llamada esperada.
Una tímida llamada del ser que no cambia ante los movimientos de la vida, del ser que es incapaz y nunca será diferente en manifestar dulcemente sus sentimientos más internos e intensos.
Es una llamada que hace sonreir porque pide auxilio amoroso con preguntas que, de antemano, no van a ser contestadas porque se sabe que no van a tener respuesta.
Y es que ese ser es así aunque el mundo estalle, y lo cierto es que nadie lo va a aceptar aunque lo entienda, porque acaba reprimiendo a quien deseara explotar de ternura, a quien desea que
le amen, a quien no puede sobrevivir unida sin recibir abrazos que le conforten, que le hagan llorar de emoción y reir al mismo tiempo de alegría.
Quizá, a quien padezca está situación, yo misma pueda ser capaz de inducirle a conformarse con continuar, intuyendo lo que no le muestran o, decididamente lanzarse hacia el cielo sin paracaidas.